La (r)evolución de la selección
- Inés Zubiaga Cordero
- 5 mar 2023
- 6 Min. de lectura
La gestión de la selección española por parte de Jorge Vilda ha provocado que 15 jugadoras hayan pedido no ser convocadas hasta que la situación no se revierta, lo que hace recordar la etapa de Ignacio Quereda

Se dice que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Y por desconocimiento o simplemente por las decisiones de unos y de otros, la historia se ha vuelto a repetir en la selección española de fútbol femenino. Al igual que ocurrió en el año 2015, las jugadoras se han plantado y han dicho basta. Esta vez 15 de las que habitualmente conforman el combinado nacional, han pedido no ser convocadas hasta que, según dicen, "no se reviertan situaciones que afectan a nuestro estado emocional y personal, a nuestro rendimiento y, en consecuencia, a los resultados de la Selección".
Esto solo parece una piedra más de las muchas que el fútbol femenino español ha tenido que superar en los últimos años para lograr la tan ansiada —y todavía lejana— igualdad. Sin embargo, es más que eso. Es el resultado de años en los que la Real Federación Española de Fútbol —arcaica y primitiva— ha tratado de imponer un método que lejos de obtener resultados y favorecer el crecimiento de la sección femenina, ha ralentizado considerablemente su evolución.
Pero para entender el conflicto actual es imprescindible remontarse al año uno. Aunque la selección española de fútbol femenino existe desde 1971, no fue hasta 1983 cuando se creó de manera oficial. Una de las figuras más importantes en ese proceso fue María Teresa Andreu, una de las precursoras del fútbol femenino en Cataluña y expresidenta del comité de fútbol femenino de la Federación Española de Fútbol. Según cuenta en el documental "Romper el silencio", fue ella quien en 1988 le pidió a Ángel María Villar —recién elegido presidente de la federación— un entrenador para la sección femenina. Así empezó la etapa de Ignacio Quereda, en palabras de la propia María Teresa, "el cáncer del fútbol femenino".
27 años de calvario
En el documental "Romper el silencio" que la plataforma Movistar estrenó en 2021, varias exjugadoras de la selección española relatan como vivieron los años en los que Ignacio Querda estuvo al frente del equipo, y describen las situaciones que tuvieron que soportar.
Mar Prieto formó parte del combinado nacional entre 1985 y el año 2000. "Al principio, Quereda era una persona amable y cercana. Sin embargo, se fue haciendo más agrio y se convirtió en un déspota con la gente", apunta. Aunque admite que en ocasiones ella llegó a plantarle cara, otras de sus compañeras no corrieron la misma suerte. "Cuando se le metía una jugadora entre ceja y ceja iba a por ella. Normalmente a por las jovencitas", explica.
Otras exjugadoras de la selección como Vicky Losada y Natalia Pablos aseguran que recibían directrices a la hora de hablar con la prensa, ya que tenían que vender "un buen producto de selección española". "Recuerdo que tenía unas cinco o seis entrevistas antes de ir al Mundial y él me las canceló todas", explica Losada. Además, por si fuera poco, la tiranía de Ignacio Quereda iba más allá y acostumbraba a hacer comentarios despectivos sobre el físico de las jugadoras, y en laguna ocasión llegó a decir que no era bueno para el fútbol femenino que se supiese que había homosexuales.
Por todo ello, tras nueve años de calvario, en 1997 las jugadoras presentaron una carta a María Teresa Andreu pidiendo la destitución de Ignacio Quereda. Andreu le transmitió la petición a Villar, pero este no consintió de ninguna de las maneras que Quereda dejara de ser entrenador del equipo, por lo que las cosas siguieron igual. A partir de entonces varias futbolistas dejaron de acudir a la llamada de la selección.
En 2014 la selección española consiguió clasificarse para el Mundial de Canadá, pero la situación seguía siendo preocupante. Es por ello que en 2015 las jugadoras lo volvieron a intentar y aquella vez, con los medios de comunicación enfrente y con parte de la opinión pública a su favor, consiguieron que Ignacio Quereda dimitiese. Terminó así una etapa de 27 largos años en los que las futbolistas españolas abusos psicológicos por parte de su entrenador, y en los que no consiguieron grandes logros deportivos debido a la falta de calidad de los métodos utilizados.
Mismo perro, distinto collar
Lejos de ser un hecho aislado, la sensación de estancamiento y mala praxis derivada de la etapa de Ignacio Quereda se ha ido prolongando con el paso de los años con Jorge Vilda en el banquillo. Aunque a grandes rasgos ambas situaciones son similares, existen diferencias conceptuales que cabe mencionar, y Laia Bonals las conoce bien. La periodista nos recibe en la nueva redacción del Diari Ara, y aunque le espera un día ajetreado por el segundo Balón de Oro de Alexia Putellas, no duda en responder a todas nuestras preguntas con todo lujo de detalles.
"Quereda si que tenía un sentimiento de superioridad hacia las mujeres, y lo dejaba ver de una forma muy desagradable, menospreciando, insultando y vejando a las futbolistas", explica Bonals. "Sin embargo, creo que que el problema más grande Vilda, además de que en ocasiones sus métodos de entrenamiento son cuestionables, es la incompetencia. Es una persona que no ha entrenado nunca al fútbol fuera de la selección, y está donde está por lo que pasó en el pasado entre su padre y Rubiales", añade.
Desde que Jorge Vilda pasó a ser entrenador de la selección absoluta, el combinado nacional no ha cosechado ningún éxito importante a pesar de contar con una de las mejores plantillas de la historia de la historia de la selección española femenina, entre las que se encuentran algunas de las mejores jugadoras del mundo.
Pero, ¿dónde se ha visto que un entrenador se mantenga durante tantos años en el cargo a pesar de no haber ganado ningún título? Laia Bonals lo tiene claro: ¡En el femenino! Solo se puede ver ahí, porque fuera de ahí sería deplorable", exclama. "Creo que en el fútbol masculino esto nunca hubiera pasado, porque al entrenador selo cargan antes. Sin embargo, en el femenino siempre hay tendencia a menospreciar lo que sucede", añade.
Machismo y paternalismo
A pesar del crecimiento que el fútbol femenino español ha experimentado en los últimos años, el deporte rey forma parte de una sociedad machista y paternalista que que sigue menospreciando la opinión de las mujeres por le hecho de serlo, y en este conflicto en particular la RFEF es el claro ejemplo de ello. "La federación utiliza el femenino para colocar a gente que para el masculino nunca verían como apta", apunta Bonals.
Cristina Medina por su parte, coincide: "Es como que si que apoyan al fútbol femenino, pero para ponerse en la foto, para ponerse la medallita cuando ellos lo creen conveniente, pero sin más, no del dan más importancia". Ella también es periodista, y aunque durante la etapa de Ignacio Quereda todavía no era aficionada al fútbol femenino, a día de hoy cuenta con más de 43K seguidores en Tik Tok (cristinamedina96) donde se dedica a informar acerca de la actualidad del "futfem".
Y como en todo conflicto, además de las propias partes implicadas, también entre en juego el papel de los medios de comunicación, y en consecuencia el de la opinión pública. En este caso varios medios nacionales se han referido a las 15 jugadoras que han pedido no ser convocadas como "niñatas caprichosas", y han menospreciado sus reivindicaciones.
Desde su posición de periodista, Laia Bonals cree que es muy importante cómo se explican las cosas. "Las palabras que utilices para describir por ejemplo a estas jugadoras, va a crear una imagen en el imaginario del lector que puede ser negativa o positiva", explica. "Depende de quien lo cuente cambia tanto la historia, que hay que ir con muchísimo cuidado. Los medios tenemos la necesidad, la oportunidad y la obligación de gestionar la información de forma veraz y respetuosa", añade. Del mismo modo, Cristina Medina opina que el poder de la federación también influye. "Viene un Mundial masculino y los medios no se pueden poner en contra de la federación, porque sino no tienen el material y hay mucho dinero entre medias ", afirma.
Además, por si la situación no fuese lo suficientemente preocupante, la intervención de los medios de comunicación hace que se generen tensiones y enemistades entre las jugadoras de los diferentes clubs, lo que perjudica directamente al fútbol femenino y a sus aficionados. A menos de un año para el Mundial, la solución al conflicto parece estar cada día más lejos y la relación entre los principales involucrados es cada vez más rígida. A nivel deportivo las cosas tampoco están claras, y la competición del próximo verano supone una prueba de fuego para Jorge Vilda. "Si el equipo no llega mínimo a semifinales, será un fracaso absoluto vaya quien vaya a jugarlo", sentencia Medina.
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