El Athletic, una cuestión de familia
- Inés Zubiaga Cordero
- 22 ago 2023
- 18 Min. de lectura
El club bilbaíno cumple 125 años de historia en los que ha mantenido su filosofía y con la que sigue compitiendo en la máxima categoría del fútbol español

“El Athletic es el aitite y el nieto compartiendo bandera. El bocadillo de ama o la bufanda
tejida por la abuela. La bota del vecino y el abrazo con el desconocido. La mujer que de niña
soñó con calzar botas y la hija que lo logró”. Así comienza el vídeo titulado “¿Qué significa
ser del Athletic?” que hace 11 años un usuario compartió en Youtube con el objetivo de tratar
de transmitir el sentimiento de todo un pueblo, de todo un equipo y de toda una familia: la
rojiblanca. Tres minutos cargados de emoción que explican la devoción que miles de
aficionados profesan a una religión llamada Athletic Club de Bilbao. Una profunda
admiración que se debe, principalmente, a la filosofía del club por la cual sus equipos
únicamente compiten con jugadores y jugadoras nacidas o criadas futbolísticamente en el
País Vasco.
Fue en 1910 cuando el club decidió adoptar esta peculiaridad, coincidiendo con el estreno de la camiseta rojiblanca. Una decisión que ha marcado buena parte de los 125 años de historia del Athletic y que se ha convertido en toda una seña de identidad y en un motivo de orgullo para todos sus fieles. A pesar de que en un mundo tan globalizado y competitivo como el del fútbol de hoy en día esta condición pueda resultar una desventaja más que una virtud, el Athletic Club de Bilbao siempre ha sido uno de los grandes conjuntos de España y junto al Barça y el Real Madrid es el único equipo del país que nunca ha descendido a Segunda División. Además, los ocho títulos de Liga, los 24 de Copa del Rey y las tres Supercopas de España sumados a los dos subcampeonatos de la UEFA Europa League avalan el buen hacer del conjunto bilbaíno limitado por su reducido mercado de fichajes.
En este sentido Santiago Segurola tiene mucho que decir. Aficionado confeso del Athletic,
Segurola cree que la globalización y la competitividad del fútbol actual no acabarán nunca
con la filosofía del club y esgrime varias razones para justificarlo. “Primero, porque son
muchos años, más de 100 entendiendo el fútbol de esta manera. ¿Por qué iba a cambiar
ahora?”, se pregunta. "Segundo, yo creo que la conexión emocional con el Athletic es con
este Athletic, me costaría ver una conexión emocional de la hinchada con otro modelo del
Athletic”, asegura. Como tercera razón de peso el periodista de Barakaldo hace referencia al trabajo del club y el papel que desempeña en este sentido. “Creo que el Athletic conoce su mundo mejor que nadie y sabe sobrevivir a un modelo muy pequeño que también le da ventajas. En estos tiempos de modelos homogéneos, de grandes superficies en todos los aspectos, el Athletic es una delicatessen. Y lo pequeño, si está bien hecho, se cotiza muchísimo y se cotiza muy bien”, explica.
Andoni Zubizarreta por su parte, conoce muy bien al Athletic Club. Fue portero del equipo
bilbaíno entre 1981 y 1986, y tras su retirada del fútbol desempeñó el cargo de director
deportivo en la entidad rojiblanca. Ambas experiencias le ofrecieron la posibilidad de
conocer el club en profundidad, y a día de hoy coincide con Segurola y defiende la
peculiaridad del Athletic. “Ser uno más de todos los demás te quita bastantes elementos de tu particularidad y también por lo que tus seguidores te siguen. La presencia dentro del negocio del fútbol es singular, y esa singularidad también te da retornos”, explica.
“El Athletic es una delicatessen”, Santiago Segurola, periodista.
Siguiendo la idea de “reinventarse o morir”, el Athletic Club ha sabido adaptarse al paso del
tiempo y con él lo ha hecho también su filosofía, consiguiendo mantener la esencia que tanto le caracteriza. “El efecto de los hermanos Williams ha sido positivo porque el Athletic se ha puesto ante la realidad de la sociedad en la que vive. Una sociedad distinta a la de hace 40 años en la que creo que da una imagen de club moderno”, asegura Segurola. Para seguir en esta línea el periodista de Barakaldo cree que “el Athletic tiene que seguir haciendo lo que hace, pero mejor todavía. Apretar todavía más los tornillos en lo que tiene que ver con la profesionalidad, preparación de todas las categorías, estar atentos a lo que ocurre en el mundo y ser serio”. En contraposición, rechaza las políticas estrictas por las que en el pasado aquellos que habían emigrado fuera del País Vasco no podían jugar en el Athletic y las califica como “reaccionarias” e incluso “discriminatorias”. Firme defensor de adaptar la filosofía pero sin llegar a cambiarla, Segurola también asegura que “me disgustaría una mirada ideológico-política, casi sectaria, por la que un jugador, haya nacido donde haya nacido, pueda jugar en el Athletic por tener un apellido vasco”.
125 años de romance
Una filosofía que ha marcado la historia de un club que nació en 1898 cuando un grupo de
marineros ingleses, a los que poco después se les unirían jóvenes vizcaínos, comenzaron a
jugar a fútbol. Unos encuentros que suscitaron un gran interés entre el público y que
propiciaron la creación del Athletic Club. Posteriormente de la fusión entre la entidad y el
Bilbao Football Club surgiría lo que hoy se conoce como el Athletic Club de Bilbao. Un
conjunto que se proclamó campeón de la primera edición de la Copa del Rey y que en sus
primeros años cosechó varios títulos que le consagraron como uno de los equipos más
populares del panorama nacional. Unos primeros años plagados de alegrías que coincidieron con la inauguración del primer estadio de San Mamés en 1913 y el surgimiento del primer ídolo de masas: Rafael Moreno, más conocido como “Pichichi”. Un futbolista que anotó el primer gol en la Catedral —nombre con el que se conoce a San Mamés— y que durante su corta carrera acumuló 83 goles en 89 partidos oficiales, aunque la cifra se eleva por encima de los 200 si se tienen en cuenta los partidos amistosos. También participó en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920 con la primera selección española, y al año siguiente se despidió de los terrenos de juego levantando el primer título de Copa del Athletic. Falleció el 1 de marzo de 1922 a causa del tifus a los 29 años de edad.
Athletic Club de Madrid
En 1903 Enrique Allende y Ricardo de Gondra, dos estudiantes vascos afincados en Madrid, crearon una sucursal del Athletic Club en la capital. A pesar de que eran entidades distintas, los equipos no podían enfrentarse entre sí en competición oficial porque pertenecían al mismo club. Para jugar las finales de Copa de 1904 y 1905 el Athletic tuvo que recurrir a jugadores de la sucursal de Madrid ya que desde Bilbao no viajaron suficientes. En 1907 el Athletic Club de Madrid obtuvo una personalidad jurídica propia, pero pero no fue hasta 1921 cuando se desvinculó totalmente del Athletic Club. A día de hoy ambos clubes siguen compartiendo algunos aspectos, y como homenaje por el 125 aniversario, el Atlético de Madrid dejó que el Athletic Club vistiese su primera equipación en su última visita al Wanda Metropolitano.
La influencia de “Pichichi” en el Athletic fue tal, que tras su fallecimiento se colocó
en San Mamés un busto en su honor que dio paso a una bonita tradición por la que
cada vez que un equipo visita el estadio por primera vez, su capitán coloca un
ramo de flores en el busto para homenajear al delantero. Pero la influencia de Rafael Moreno no quedó limitada únicamente al club rojiblanco, sino que penetró también en el fútbol español. Tanto es así que el diario Marca creó en 1952 el “Trofeo Pichichi” como reconocimiento al máximo goleador de la Primera y Segunda División de España. Además, el apodo del jugador se utiliza genéricamente para referirse al máximo anotador de una competición futbolística.
Más que un club de fútbol
Durante la Guerra Civil el País Vasco y su cultura sufrieron una dura represión por parte del
régimen franquista que afectó a todas las esferas de la sociedad, incluida la del fútbol. Años
de contienda y exilio en los que la plantilla se desintegró y el club vio como el número de
socios se redujo significativamente de 3000 a 587. Sin embargo, San Mamés jugó un papel
importante durante el conflicto.
Allí se disputó en 1937 un partido entre las selecciones del PNV (Partido Nacionalista Vasco) y ANV (Acción Nacionalista Vasca) con el fin de recaudar dinero para comprar un avión para el ejército vasco. Este encuentro estuvo presidido por el lehendakari José Antonio Aguirre que una década antes había sido jugador del Athletic. Unos años más tarde, en 1941, mientras Aguirre estaba en el exilio, Franco eligió San Mamés como escenario del primer partido de la selección española tras la Guerra Civil, a sabiendas de que el estadio era el epicentro emocional de los bilbaínos, el corazón de los vascos. Sin embargo, el régimen no fue el único que utilizó la Catedral para sus fines ya que en 1947, aprovechando la visita del San Lorenzo de Almagro, el mejor equipo del momento, un grupo antifranquista autodenominado “los 50 iguales” preparó una acción con el fin de boicotear el partido. Aunque en un principio se propusieron volar el césped con dinamita, finalmente destrozaron el campo con unas azadas y serraron las porterías. Un hecho que no tuvo el efecto deseado debido a la rápida actuación de las autoridades locales que consiguieron arreglar el césped con 200 camiones de arena y recomponer también las porterías.
A pesar de la crudeza del conflicto, la sociedad vasca siempre se mantuvo en pie de guerra y trató de defender sus costumbres y su cultura ante la represión del régimen, al igual que
también lo hizo el Athletic como entidad. Un claro ejemplo de ello se dio el 5 de diciembre
de 1976 cuando los capitanes de Real Sociedad y Athletic en aquel momento, Inaxio
Kortabarria y José Ángel Iribar, el Txopo, saltaron al campo de Atotxa sujetando la ikurriña,
que en aquel momento estaba prohibida todavía a pesar de que la democracia iba dando sus primeros pasos en España tras la muerte de Franco en 1975. Según un artículo publicado por la revista Panenka el 14 de diciembre de 2017, aquella imagen que quedó para la historia por el potente mensaje que consiguió transmitir, tuvo su origen en las declaraciones del entonces ministro de Interior y vicepresidente del Gobierno, Manuel Fraga Iribarne, que respondió de la siguiente manera a la pregunta de una periodista venezolana sobre la prohibición de exhibir la ikurriña: “Hemos autorizado todas las banderas regionales menos la vasca porque no es una bandera regional, es una bandera separatista. Antes de permitir exhibir esa bandera, pasarán por encima de mi cadáver”. Un ataque directo al pueblo vasco contra el que los jugadores de ambos equipos decidieron revelarse con el fin de reivindicar sus derechos y defender su patria.
En una época en la que los futbolistas participaban también en la lucha política, Josean De la Hoz, jugador de la Real Sociedad que en el vestuario era conocido como Trotski por sus
inclinaciones ideológicas, tomó la iniciativa de preparar una acción para protestar contra la
prohibición de la ikurriña. La idea inicial de que los capitanes de ambos conjuntos accediesen al campo sujetando la bandera parecía sencilla, pero no en aquellos tiempos en los que dicha operación podía suponer la detención de los implicados. De la Hoz encargó a su hermana la confección de una ikurriña y tras salvar un control policial escondiéndola en el hueco de la rueda de repuesto de su Fiat 128 azul, logró que llegase hasta el vestuario ‘txuri-urdin’. Una vez allí los jugadores de la Real les plantearon la idea a los del Athletic, que sin pensárselo dos veces aceptaron. Así, Real Sociedad y Athletic Club, rivales en el campo pero unidos por una misma causa, protagonizaron una imagen histórica como muestra de unión contra la represión franquista y la defensa del pueblo vasco. Una acción que poco después se traduciría en la legalización de la ikurriña que se materializó el 19 de enero de 1977 con su izada en la Plaza de la Constitución de San Sebastián.

Un modo de vida
“La cercanía del público, la lealtad del público hacia los futbolistas, ese ambiente se ganara o se perdiera, de fidelidad al equipo...”. Así se refirió Xavi Hernández a la afición del Athletic
en el documental “Un siglo y 90 minutos” haciendo referencia a las veces que le tocó visitar
San Mamés durante su etapa como jugador. Una afición entregada a su equipo que siente la
Catedral como su casa y a los jugadores como familiares. Una afición plural y diversa que
agrupa a miles de hinchas alejados en lo político, lo cultural, lo social o lo geográfico, pero
que comparten el amor por un escudo, por unos colores, por una manera de vivir el fútbol.
Álvaro Márquez es uno de esos miles de aficionados para los que el Athletic es una de las
cosas más importantes de sus vidas. De hecho, asegura que prefiere que el equipo baje a
Segunda División manteniendo la filosofía antes de que permanezca toda la vida en Primera
pudiendo fichar a cualquier jugador. Pero la suya es una historia diferente. Márquez es de
Barco de Ávila, un pequeño pueblo de poco más de 2.000 habitantes en la provincia de Ávila, pero la decena de objetos con el escudo del club que decoran su habitación no dejan lugar a dudas de cuál es su equipo. Aunque toda la vida ha vivido en Ávila y nadie de su familia tiene relación con el País Vasco, es del Athletic desde que tiene uso de razón. “Sinceramente, cuando era más pequeño era del Madrid, porque aquí todo el mundo era del Madrid y era lo fácil. Pero mi padre siempre ha sido del Athletic, de toda la vida, y mi abuelo también, así que cuando me empecé a hacer más mayor, con 10 o 12 años, era más consciente. En casa se veían más partidos del Athletic que del Madrid o del Barça, y al final le coges más cariño”, explica.
Recuerda muy buenos momentos con el Athletic como cuando el equipo disputó un partido de Europa League en Old Trafford o la Supercopa del año 2015 que los rojiblancos ganaron contra el Barça. Sin embargo, admite que las derrotas se hacen más duras sobre todo estando lejos de Bilbao. “Me dolió especialmente la final de Copa del Rey que perdimos contra la Real. Al día siguiente era el cumpleaños de mi hermano, que también es del Athletic, y el pobre lo pasó fatal”. Preguntado por lo que significa el Athletic para él, a Álvaro le cuesta responder. “Es que no sabría explicarlo... Para mí es una de las tres cosas más importantes de mi vida, lo siento muy mío”, comenta. “Si estoy haciendo alguna cosa que me coincida con un partido, tengo que estar pendiente o viéndolo en el móvil. De hecho me pasó la semana pasada. Toco el saxo en la banda de mi pueblo y el ensayo me coincidió con un partido, así que me lo puse en el móvil”, dice entre risas.
“Para mí el Athletic es una de las tres cosas más importantes de mi vida”, Álvaro Márquez, aficionado abulense del Athletic.
Al igual que Álvaro Márquez, Belén Alonso también vive muy de cerca el Athletic aunque
entre Bilbao y ella también haya unos cuántos kilómetros de distancia. Lo de esta joven de
Mos (Pontevedra) con el equipo rojiblanco fue amor a primera vista. “En mi familia siempre
han sido del Madrid y a mí eso ya desde pequeña no me gustaba, entonces con cinco años o así yo veía todos los partidos de la liga y el Athletic despertó algo en mí. Entonces me puse a investigar y así elegí el Athletic. A mí siempre me ha gustado mucho lo de mi casa, soy como muy mía y el Athletic es el equipo que mejor representa eso”, explica.
En su familia no hay nadie más que siga al equipo rojiblanco, pero Alonso se ha buscado una buena acompañante con la que disfruta de su pasión por el club . “Tengo una amiga a la que metí en esto del Athletic y es la que me acompaña a ver los partidos. Tenemos un bar fijo donde los vemos y si que nos miran raro porque siempre vamos con la bufanda. Sobre todo cuando juegan contra el Barça y el Madrid nos preguntan: “¿Pero sois del Athletic o vais contra el otro equipo?”. Una pasión que le ha llevado a hacer alguna que otra locura por ver jugar a los suyos. “En noviembre de 2022 mi amiga y yo participamos en un sorteo de dos entradas para el partido contra el Valladolid en San Mamés. El mismo día del partido nos avisaron de que nos habían tocado. Eran las 11 de la mañana de un martes y estábamos en clase. El partido se jugaba a las 20:00 así que nos hicimos más de 600 kilómetros y allí nos plantamos”, cuenta entre risas.
Álvaro Márquez y Belén Alonso son el claro ejemplo de que el amor por el Athletic no
entiende de distancias, pero la historia de Ignacio Bracamonte es aún más meritoria si cabe.
Nació y creció en La Paz (Bolivia), pero desde muy pequeño se familiarizó con el País Vasco
gracias a que su abuela, María Jesús Olaberri, vivió su infancia y su adolescencia en
Pamplona. Fue ella la que le rebautizó como Iñaki Brakamendi y le enseñó un poco de
euskera, por lo que siempre ha sentido la cultura vasca como suya. Ese amor por la tierra
vasca y sus raíces se fue acrecentando gracias también a Blanca Olaberri, una hermana de su abuela que vivió en Bilbao, desde donde le mandaba postales. Pero la pasión por el Athletic no le llegó hasta 2007. “Me fui de viaje con mis abuelos a una playa en Punta Cana y conocí a una chica de Bilbao que se llamaba Nerea. Nos hicimos amigos y nuestras familias también, así que mis abuelos los visitaron en Bilbao donde les dieron una camiseta del Athletic para mí. Desde entonces me encantó y dije: “yo soy del Athletic”.
Una simple casualidad que al igual que en el caso de Belén Alonso, supuso un flechazo. “En
mi familia ya todos son athleticzales, pero por mí, porque me ven sufriendo y ven mi pasión.
A mi hermana le gusta el Athletic, a mi novia también, y en este caso hay un dato curioso y
es que mi novia se llama Dani García (como el jugador del Athletic). Ella se llama Daniela
García y sus dos primeros apellidos son vascos”, explica entre risas. Tal es la pasión de Iñaki por el equipo, que siente una responsabilidad para con el club. “A algún otro amigo ya lo estoy contagiando, porque siento que también tengo que ser un embajador del Athletic
estando tan lejos y trato de contagiarles el fervor bilbaíno. Hay algunos que no lo entienden,
pero otros ya me dicen: “hoy juega el Athletic, hay que verlo”, cuenta con orgullo.
Para Brakamendi ser aficionado del Athletic en Bolivia no es fácil y lo describe como “un
poco solitario”. Sin embargo eso y la diferencia horaria no le impiden disfrutar de los partidos
y vivirlos como si el salón de su casa fuese el mismísimo San Mamés. Tanto es así que el 17
de enero de 2021 se viralizó un vídeo suyo en el que aparecía celebrando apasionadamente la victoria del Athletic en la Supercopa frente al Barça. Brakamendi, con la camiseta del
Athletic y ondeando la ikurriña, lloraba, gritaba y saltaba de emoción en el salón de su casa
celebrando el título que el equipo de sus amores acababa de lograr a más de 8000 km de
distancia. Un claro reflejo del amor incondicional y la entrega que los athleticzales sienten
hacia su equipo.
Respecto a la filosofía y como la mayoría de aficionados, no la cambiaría, pero como
boliviano con raíces vascas si le gustaría introducir algún matiz. “Sí me gustaría extenderla
un poco. Esta es una idea loca, pero por ejemplo en Sudamérica hay mucha raíz vasca,
entonces a mí me gustaría tener como un modelo de ojeadores en Sudamérica que recojan a promesas con raíces vascas que se puedan formar en Lezama. Pensar un poquito más
globalmente”, comenta.
Del Athletic desde la cuna
Un sentimiento de pertenencia que también sienten los jugadores y jugadoras que con orgullo defienden los colores en el campo. Muchos de ellos se han criado en Lezama, una de las canteras de referencia a nivel europeo y la segunda casa de cientos de niños y niñas que se han desarrollado allí tanto personal como profesionalmente y que comparten el sueño de debutar con el club de su vida. Este es el caso de Aitor Paredes (Bilbao, 2000) que llegó al club rojiblanco en 2010 procedente del Etrokizun FE de Arrigorriaga, su localidad natal. En el Athletic fue quemando etapas hasta que en 2018 ascendió al CD Basconia de Tercera División cuando todavía era juvenil. En la siguiente campaña alternó el Basconia con el Bilbao Athletic en Segunda División B, y finalmente el 29 de agosto de 2022 cumplió su sueño de debutar con el primer equipo del Athletic.
El joven central describe al conjunto rojiblanco como “el club de su vida” y a pesar de su
juventud, afirma que le gustaría pasar toda su carrera allí. “Estoy aquí en casa con mi gente,
con mis amigos, con mi familia. Es lo que conozco y no sé, si en algún momento fuera a salir, seguramente lo echaría de menos. Entonces mejor quedarme aquí y quedarme con lo bueno de aquí que luego pensar que fuera voy a estar mejor y echar de menos lo de casa”, asegura. Paredes se siente muy agradecido por ser parte del Athletic y de su gente, y no duda en decirlo. “Para mí mis compañeros son un ejemplo. Les veo trabajar cada día como si fuese el último, con esa motivación, con esas ganas de ayudar al equipo, de transmitir esa unión. Balenziaga, Raúl, que se cuidan día a día para estar bien, para jugar bien y si no es para jugar bien, para exigir al resto de compañeros y que el equipo esté lo mejor posible”, explica con admiración.
También valora mucho el apoyo de la afición y asegura que “es una motivación extra”.
“Cuando sales al campo, haces una buena jugada, provocas un córner y todo el fondo se pone de pie y se pone a gritar y a cantar, es un extra de motivación. Te diría que sobre todo en los momentos malos cuando acabas de encajar un gol y ves que el fondo se pone a cantar “Jo ta ke irabazi arte” (algo así como pelear hasta ganar), también es un empuje muy importante”, dice.
En cuanto a los valores que el club representa, Paredes cree que los que mejor los transmiten dentro del vestuario son los capitanes. “Son los que más tiempo llevan en el vestuario. Han vivido otras épocas con otros jugadores que les han transmitido ese mismo sentimiento a ellos, entonces saben mejor que nadie lo que es estar en ese vestuario y lo que tienen que transmitir para que los chavales jóvenes que estamos empezando, en un futuro, si dios quiere, podamos transmitírselo a los futuros jóvenes”, explica.
Unos valores que como capitana, Garazi Murua (Getxo, 1995) se ha encargado de trasladar a sus compañeras. Formada en el Bizkerre, una de las fábricas de talento más potentes de
Bizkaia, llegó al Athletic a la par que Paredes, en 2010, y desde entonces ha defendido el
escudo del club durante casi 180 partidos. “Para mí fue muy especial siendo muy jovencita
ver la primera liga que ganó el femenino, ver San Mamés con tanta gente viendo al equipo
femenino. Ese momento fue como un punto de inflexión, la gasolina que alimenta un sueño.
Ver a mujeres que llenan un estadio con la camiseta del Athletic te hace soñar con que quizás algún día tú puedas con fuerza, con trabajo y con talento tener la oportunidad de vestir la camiseta del Athletic”, explica con orgullo.
“Para mí ver la primera liga que ganó el femenino fue un punto de inflexión, la gasolina que alimenta un sueño”, Garazi Murua, jugadora del Athletic.
Además de por el cuidado de la cantera, el Athletic también se ha caracterizado por la
inversión y el impulso del fútbol femenino. Creado en 2002, el equipo femenino del Athletic
conquistó el campeonato de liga en su debut en Primera División. Lo hicieron ante 35.000
personas en San Mamés en una época en la que el fútbol femenino en España no tenía apenas visibilidad. El club rojiblanco fue dominador de la competición hasta la irrupción del Barça que provocó, entre otras cosas, que las bilbaínas se viesen relegadas a posiciones más secundarias. Sin embargo, Murua sueña con que el equipo vuelva a recuperar su mejor nivel y pone todas sus esperanzas en las jugadoras más jóvenes. “Lezama es una fábrica de talento super grande y ya estamos viendo que en los últimos años han salido un montón de buenas jugadoras. Son chicas jóvenes pero con muchísimo, muchísimo talento y es el momento de que el grupo crezca junto, madure y se consolide un poco el proyecto. Yo creo que el objetivo es ese, aspirar a cosas grandes e intentar estar en la parte alta de la clasificación, disputar los puestos de Champions, soñar con ella, con títulos”, comenta.

Garazi Murua, capitana con mayúsculas
¿Cuál es el mejor momento que has vivido con el Athletic?
La consecución del título de liga en la temporada 2015-2016, aquello fue ir más allá de los sueños. También cuando jugamos la Champions al año siguiente y el partido de Copa contra el Atlético cuando llenamos San Mamés con 48.000 personas.
¿Y el más triste?
Todo este último año. Estoy lesionada de la espalda y se hace duro no poder ayudar al equipo sobre todo esta temporada que está siendo difícil, y perderme también la final four de la Copa.
¿Te gustaría retirarte en el Athletic?
Pues en esta vida nunca sabes porque da muchas vueltas, pero lo cierto es que yo sí me veo. He hecho toda mi trayectoria profesional en el Athletic y es donde quiero estar.
¿Qué jugadora te gustaría que llegase al Athletic?
Alguna con la que he coincidido en la selección de Euskadi o en las categorías inferiores de la selección española o del Athletic. Realmente todas aquellas jugadoras vascas que puedan reforzar el equipo.
Inmersa en la recuperación de una lesión que le ha mantenido alejada de los terrenos de juego prácticamente toda la temporada 2022-2023, la central de Getxo destaca el poder de las referentes y recuerda quienes le inspiraron a ella. “Como yo soy central, tuve la gran suerte y el privilegio de compartir vestuario con Irene Paredes y jugar junto a ella, y para mí fue un aprendizaje tremendo. Pero bueno yo creo que el Athletic tiene un montón de referentes para todas las chicas jóvenes que vienen por debajo, como pueden ser la propia Iraia, Ainhoa Tirapu, Eli Ibarra, Erika...”, declara. Sobre los tiempos que corren ahora, Murua cree que Alexia Putellas está teniendo un impacto “brutal” y asegura que “es algo de lo que nos vamos a beneficiar todas”. Sin embargo, no se quiere olvidar de las que abrieron el camino y reivindica su papel. “Ha habido mucha gente antes de toda esta generación de futbolistas brillantes también, que han sido grandísimas jugadoras y han trabajado para mejorar el fútbol femenino teniendo la mitad o casi ningún reconocimiento. Te podría decir la propia Vero Boquete que sigue en activo. Yo creo que hay que ser conscientes y recordar de dónde venimos y que aquí ha habido mucha gente que ha trabajado sin ningún tipo de
reconocimiento y que gracias a esa gente tenemos ahora este escenario”, explica.
Pioneras y referentes
Una de esas pioneras no sólo en el Athletic sino en el mundo del fútbol fue Ana Urquijo. Ella
fue la primera y única presidenta del Athletic Club (temporada 2006-2007), por lo menos
hasta el momento, y la primera mujer que entró a formar parte de la junta directiva del club
en 1990. Abogada de profesión, también se convirtió en la primera mujer en formar parte de
la Junta del Colegio de Abogados de Vizcaya. Toda una institución en la sociedad vasca y en
la entidad rojiblanca, que a día de hoy continúa muy ligada al club de su vida. “Con siete u
ocho años mis padres me empezaron a llevar a San Mamés y bueno, este tipo de cosas
generan o una afición total o un rechazo total, y en mi caso empecé a aprenderme las
alineaciones del Athletic, porque entonces te las podías aprender porque jugaban siempre los mismos, y a mi padre le hacía gracia porque yo recitaba la alineación del Athletic con ocho años. Me fue inculcando su pasión y su afición de una manera muy natural”, explica.
Una pasión que además de la condición de aficionada, también le ofreció la posibilidad de
formar parte directa de la entidad e incluso influir en sus decisiones. Una oportunidad que
supuso no solo un orgullo personal, sino una apertura de miras en la sociedad del momento.
“La sociedad ha ido avanzando afortunadamente y en el año 90 fue muy notoria mi entrada
en la directiva del Athletic. En el año 2006 fue también muy visible que hubiera una mujer en
la presidencia, y para mí fue un orgullo personal como mujer, porque todo lo que sean
avances para la mujer siempre me ha interesado mucho y de alguna manera siempre he sido pionera en la visibilidad de la mujer en nuestra sociedad, y el Athletic es muy visible en
nuestra sociedad”, asegura.
Sin embargo, a nivel deportivo la llegada de Urquijo a la presidencia del Athletic no fue fácil,
ya que aquel año el equipo estuvo a punto de descender a Segunda División. “Para mí que el Athletic se quedara en primera fue un logro, como si hubiera ganado la liga, porque hubiera sido muy catastrófico que descendiera para el propio club, para Bilbao, para Bizkaia y para todo lo que supone el fenómeno sociológico del Athletic”, admite. Institucionalmente la situación tampoco era óptima, pero Urquijo consiguió restablecer el equilibrio y que las aguas volvieran a su cauce. “Estaba todo muy revuelto porque a mí me pareció tremendo que un presidente elegido democráticamente que fue con el que yo estuve, Fernando Lamikiz, tuviera que dimitir por una aclamación popular, porque en un momento dado el campo le empuja a que dimita. Aquello me pareció muy duro de cara a la democracia del Athletic”, explica.
Respecto a la filosofía, Ana Urquijo asegura que “yo soy partidaria de adaptarla porque creo
que los tiempos evolucionan, pero no creo que el Athletic deba cambiar su filosofía como tal
porque eso es lo que nos caracteriza, nuestra idiosincrasia y lo que queremos ser”. “Yo creo
que no debemos dejar caer a un símbolo de nuestra tierra, de nuestro país por tener una
rigidez absoluta y no ser capaces de adaptarnos y de evolucionar manteniendo nuestra
idiosincrasia. Entonces yo creo que se pueden hacer una serie de cosas en la cantera que
puedan ir modificando ciertos modos, pero sin perder nuestra esencia”, añade.
Pionera y referente en el club bilbaíno y en la sociedad vasca, la expresidenta del Athletic
Club sigue disfrutando del fútbol como siempre lo ha hecho, y asegura con orgullo que “en
mi casa el Athletic es una pasión y tenemos un sentimiento de pertenencia muy grande al
club”. Un club “tan singular en filosofía, como plural en seguidores. Tan respetado, como
incomprendido. Hay equipos que hacen historia, el Athletic hace leyenda. Y todo porque un
día indeterminado, en un acuerdo no escrito, decidimos seguir nuestro camino. [...] Elegimos
ser David cuando todos querían ser Goliat. A la utopía con la épica pasando por Bilbao. [...]
Aquel día incierto, elegimos vencer menos para ganar más. Y entendimos que el Athletic es
una cuestión de familia. Lo del fútbol, créanme, es secundario”.
Comments